Foto tomada de www.yoymistacones.com |
La verdad es que he entrado en un tema espinoso, lleno de vertientes, porque muchos asumen posturas y nadie tiene la formula acertada de la elegancia. Según La Real Academia de la Lengua Española (RAE) la palabra “elegante” proviene del latÃn “elegere”, elegir, y se dice de una persona "que tiene buen gusto y distinción para vestir".
La verdad la RAE no nos da una definición concreta, sino que
nos abre de nuevo una ventana de cuestionamientos ¿quién posee buen gusto? ¿qué
se necesita para poseer distinción? ¿en que consiste el buen vestir?
Estamos justo en frente de un paredón donde el “buen gusto”
es un factor determÃnate de un sinnúmero de cuestiones en nuestra sociedad,
pero nadie sabe a ciencia cierta que define ese “buen gusto”. Tenemos una
innata habilidad para designar aquellas realidades "gustadas" como
"bonitas" o "feas" y al decir "esto es bonito" o
"esto es feo" le designamos subjetivamente nuestro cultivo
espiritual, nuestra educación y la sensibilidad que hemos adquirido.
El "buen gusto" mantiene en orden dentro de la
moda, la que lleva a su mejor excelencia al encontrar la manera de mantener los
estilos personales. Hay un sin numero de diseñadores que reflejan distintas
facetas humanas y personalidades, es un despliegue de prendas de donde sustraer
lo que pretendemos comunicar.
¿Qué puede comunicar más que nuestras propias decisiones?
Es indiscutible el poder vestuario en la sociedad moderna, es una suma de elementos tangibles que permiten expresar nuestros más profundos deseos, sacar a relucir nuestro alter ego, la imitación de lo que esta en boga o la ventana desde donde nos observan tal y como somos.
Nuestra imagen publica, nuestros temores a la vergüenza, el
pudor y la mismÃsima compostura juegan papeles fundamentales. Siempre nacen
preguntas al frente del espejo al seleccionar el vestuario del dÃa ¿Qué piensan de mÃ? ¿Qué aspecto fÃsico
proyecto? ¿Pensarán que soy tonto, o viejo? ¿Quedaré como un imbécil? ¿No estoy
realmente horrible?
Eso es precisamente lo que conforma nuestra virtud de
elegancia, nuestras decisiones. Acertar o desacertar depende de nuestras
actitudes, el conocernos a nosotros mismos, nuestro bagaje cultural, el tener
la información oportuna para tomar las correctas decisiones, el estar
preparados para afrontar las consecuencias de lo elegido y salir con la frente
en alto convencidos de nuestra elección, nuestra forma ideal de comunicar lo
que somos.
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